La obra pictórica de este autor gira en torno a tres ejes fundamentales: la figura humana, la mirada y la Estética. Pero sobre todo, Quesada persigue y se recrea en una Estética, con mayúsculas en tanto que filosofía del Arte (su propia filosofía), pero también con minúsculas, en el sentido de un conjunto de cualidades materiales e inmateriales que consiguen evocar algo, tanto al artista como al espectador.
Eso se consigue con la técnica y, especialmente, con el color. Así, los paisajes que propone, con sus brumas y sus tonos pardos y plateados, transmiten el misterio, la ensoñación y la melancolía de los mejores paisajistas románticos.
Los colores oscuros y sobrios de algunos de sus retratos, junto con la contención y dignidad de los personajes, nos remiten a Velázquez, sí, pero también a la pintura barroca española y a sus seguidores modernos como Ramón Casas o Zuloaga en la vertiente más realista.
Por último, y dentro de ese componente nostálgico que parece embargar algunos de sus cuadros, investiga las consecuencias estéticas de aplicar las características de la fotografía antigua al campo de la pintura y la fuerza comunicativa del blanco y el negro, hoy minusvalorado en un mundo que aprecia por encima de todo el mundo visual de las nuevas tecnologías, tan lleno de color y efectismos.
Carolina Monjardín Rico
Lda. Historia del Arte
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